sábado, 26 de enero de 2013

Guadix ha envejecido y agoniza





























El periódico decenal «El Corregidor» Se publicó en Guadix en los años 20 del pasado siglo. Como sus contemporáneos o los que le siguieron o precedieron fueron voluntad de un sola persona. Su director propietario como aparece en la cabecera fue D: Manuel Serrano de Haro. Desconozco la fecha de su nacimiento, pero si la de su defunción que fue el 11 de julio de 1936, en víspera de nuestra cruenta guerra civil.
Poseo un recordatorio de su fallecimiento en muy buen estado y que también doy a conocer al final de esta entrada.
Tengo la satisfacción de poseer un ejemplar del número 54 de 25 febrero de 1925. El editorial o artículo de cabecera sin firma que hoy doy a conocer, hace un balance de la situación de la Ciudad en esas fechas. En él vemos ya, que, en Guadix había básicamente dos clases sociales: la clase alta representada en su mayoría por terratenientes que adquirieron sus posesiones en las desamortizaciones del S. XIX y algunos segundones de la nobleza; y la de los braceros.La clase media, como hoy la conocemos, no era representativa en la vida económica de Guadix.
Actualmente la posesión de la tierra no es un síntoma de riqueza aunque la especulación se está haciendo con tierras de labor que dejan de baldío. Como el refrán del perro chico: «ni las labran, ni dejan labrarlas», haría falta una buena reforma de los terrenos agrícolas que nos rodean para que sean productivos y den beneficios, ya que los que se labran son para la subsistencia. Tampoco hay personas que cojan a renta o a medias unas parcelas, porque para trabajar y que a la hora de la recogida otros, impunemente, se lleven el fruto de su trabajo, se están quietos porque  «para ser puta y no cobrar, mejor en casa y honrá».
Basta salir al campo y nos encontramos con tierras a la espera de la recalificación para convertirse en solares, sino lo están ya. La crisis en principio va a salvar la vega, luego, ya veremos.
Pero si como dice el artículo: «Guadix agoniza» la agonía ya es muy larga Guadix no se ha recuperado y sigue agonizando. No necesita una azucarera, sí necesita personas emprendedoras, pero «con la que está cayendo» es más seguro invertir en bonos, letras, o dejarlo no ya en el baúl, sino en la caja fuerte de un banco que no cobre mucho por tenerlo ahí.
Guadix se morirá y entre «todos la matamos, pero ella sola se murió».
El publicar este artículo no quiere decir que comparta todo lo que en él se dice, sólo me limito a darlo a conocer.
Lo transcribo sin corregirle alguna falta de ortografía y mantengo la acentuación de monosílabos que en él aparecen.

En las siguientes entradas publicaré otros artículos de ese mismo ejemplar y el original de una carta abierta que va a dar a conocer la presión a la que se vieron sometidas las mujeres de esa época en la forma de vestir.
También conoceréis  los originales de artículos de  Nieve y Cieno.
¿Saben ustedes que el Ayuntamiento de Guadix aún le debe algunos trabajos de imprenta a D. Manuel Serrano? Una parroquia accitana también tiene deudas pendientes por la impresión de la "hoja parroquial". 
Esto y algún documento más iré publicando, así que permanezcan atentos.



Guadix ha envejecido.

Guadix ha envejecido; y por lo tanto, como todo el que se siente en el ocaso, debilitado por el peso de los años, ha entrado en un periodo de calma, de indiferencia de encogimiento de hombros, que como aferrado a la idea de la muerte y como anestesiado en el dolor de sus ruinas, ni siente su despoblamiento, ni ama su vida , ni se lamenta de su suerte.

Todo, todo lo típico de Guadix ha desaparecido; lo viejo no se renueva; el cultivo no mejora el terreno; las buenas semillas nacen enfermas y crecen endebles y se agostan en flor y no sazona el fruto.

Hemos visto desfilar el carnaval con su cara triste y sus harapos sucios cogidos bajo el brazo, como el que va de marcha para jamás volver; como el que emigra hambriento a país estrangero (sic) buscando mejor suerte.

Vemos a cada paso que a nadie importa nada; que nadie protesta por un desmán; que nadie agradece una obra buena. Guadix, en esta época, está dividido en dos grandes fracciones (sic): una, la del dinero, que , o se cubre de moho en el fondo del arca, o se coloca en hipotecas y réditos crecidos; otra la de la miseria resignada que dá su trabajo y su vida a la gabela que la esclaviza. La primera, como no le conviene variar de postura, sigue cómodamente tirando de la vida; la segunda, como dominada, como esclavizada, como sin vida propia, no puede dar un paso, no puede dar un grito, no puede ser rebelde. Y he aquí porqué este estado de quietud y calma. Todos nos hemos acostumbrado a ser eslabones de la cadena que oprime la prosperidad de Guadix, y enlazados fuertemente vamos reduciendo el círculo y vamos matando con rapidez las energías de un pueblo que pudiera ser grande.

Hartos estamos todos de saber el porqué de conocer las necesidades de que Guadix tenga una azucarera propia. Cansados estamos ya de predicar en el desierto; gastados están las energías de los pocos que ansiamos el resurgimiento de esta Ciudad; pero Guadix duerme, con sueño, que ya parece eterno, y no se despereza para dar frente a una necesidad de tan perentorio remedio.

Y menos mal, que a los que nos interesamos por las obras buenas y por recoger las quejas aisladas, y por mover a la opinión, nos queda siquiera la tranquilidad del deber cumplido; pero a esa masa, a ese pueblo que lanza sus ayes mientras bebe vino y que no se resuelve  a cambiar su modo de ser y que no levanta el espíritu a frenar sus desgracias, ¿que le quedará en el fondo de la conciencia? ¿que le dirá el alma cuando le hable de la decadencia porque camina el pueblo...?

Guadix ha envejecido; Guadix se ha aferrado a la idea de morir, y aunque en larga agonía se consume su vida, pronto será cadáver.



El Corregidor. Revista decenal. Año III Núro. 54

Guadix 25 de febrero de 1925.









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