miércoles, 2 de noviembre de 2011

Árboles helados

Este artículo fue escrito a principios de este siglo y publicado en el semanario local Wadi-As del que entonces era colaborador asiduo. Lo he traido aquí para ir insertando algunos de mis trabajos de aquella época. El último párrafo lo cambié en la edición impresa.

En mis ratos de ocio me gusta pasear por Guadix e ir recorriendo los lugares entrañables de mi ciudad.

En este fin de semana he pasado por tres sitios que me han impactado por lo descuidados y la mala imagen que dan y la melancolía que trasmiten. Estos tres lugares son: La avenida Pedro de Mendoza, la puerta de San Torcuato-plaza de los Naranjos y la placeta de Santa Ana.

¿Qué tienen en común? Se preguntarán. Por el título de la colaboración lo habrán adivinado, los árboles muertos.

No queremos reconocer que Guadix tiene un clima mediterráneo-continentalizado que se caracteriza por, entre otras cosas, fuertes heladas y precipitaciones puntuales muy intensas. De las aguas ya escribí hace poco, ahora le toca el turno al frío. Si esas fuertes heladas que se produjeron a últimos de enero y primero de febrero eran de prever, los árboles allí plantados, naranjos y palmeras, estaban condenados a una muerte anunciada que les llegaría más bien pronto que tarde.

Muchas veces cuando queremos adornar nuestras calles no tenemos en cuenta el clima y plantamos lo primero que se le ocurre al edil de turno sin contar con el asesoramiento de nadie ya que los votos dan la mayoría absoluta, pero no nos dan los conocimientos en todas las materias habidas y por haber.

Creo que habrá que sustituir los árboles helados por otros, quizás lo más fácil sea, para evitar que se hielen otra vez, enlosar los huecos dejados y “muerto el perro se acabó la rabia”, como dice el refrán. Pero sean sensatos señores ediles, planten árboles autóctonos que resistan nuestro durísimo clima.

Si no saben cuales son, llamen a un experto o busquen por el Ayuntamiento los libros que alguien prometió a quien devolviera una palmera desaparecida que seguro que hablarían de botánica.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Cascamorras. Un año especial


Un año especial.

He corrido durante muchos años con Cascamorras, unas veces fotografiando y otras como uno más, por aquello de disfrutar de la carrera, aunque con cámara y sin ella mi integración en la fiesta ha sido total. Mi equipo fotográfico tiene marcas de ocre, azul y almagra pese a la protección que artesanalmente le hago.

Ahora ya sólo “paseo” junto a Juan y algún otro más, evitando, como veteranos que somos, el que nos caiga agua, aunque siempre acabamos pintados.

Quiero agradecer a todos los que han encarnado la figura de Cascamorras y a su “guardia pretoriana” desde José Villalba hasta José Antonio Escudero las facilidades que me han dado para poder captar las imágenes de la fiesta desde dentro, lo que no evitó que un año estuviera bastante tiempo con un moretón que me hizo la porra, hábilmente manejada por Cascamorras, en aquella parte donde la espalda pierde su honesto nombre.

No he faltado casi ningún año. Cuando residía fuera de Guadix a las tres de la tarde cargaba mi coche con la familia y nos presentábamos aquí dispuestos a correr a Cascamorras. En algunas ocasiones me acompañaron mis hijas y mis sobrinos.

Hubo un año especial ¿1999? Fue el que corrimos bajo la presión que suponía el que nos habían alterado el recorrido y prohibido el paso por la Plaza de las Palomas.

Fuimos pocos los que despedimos a Cascamorras el 5 de septiembre. Pasamos por la plaza bajo la mirada atenta del alcalde de turno que nos contemplaba desde un balcón del casino según nos dijeron después.

El día 9 ya éramos bastantes más los que estábamos en la Estación, incluso muchos no habituales en ese lugar. Estábamos dispuestos a pasar por la Plaza. Nos juramentamos allí mismo para cumplir nuestro propósito. Esperábamos que la calle Magistral Domínguez estuviese cerrada con chapas metálicas como las que cierran las otras entradas los días de feria por lo que trataríamos de entrar por otro lugar, pero teníamos claro que no íbamos a aceptar esa cacicada. Una avanzadilla inspeccionó el terreno y decidimos hacer el recorrido habitual al estar el acceso cortado sólo por unas vallas de las obras y una cinta blanca y roja. Además estaba custodiada sólo por un guardia municipal de uniforme y otro de paisano.

Subimos la calle Ancha hasta el caño de Santiago allí uno de nosotros, previamente designado, cogió la bandera, era la señal convenida. Yo, personalmente, hablé con los guardias diciéndoles que íbamos a pasar por allí a lo que me respondieron que el alcalde había prohibido que pasáramos. Les contesté que no trataran de impedírnoslo porque ya estaba acordado y éramos muchos contra dos, por lo que al de paisano le aconsejé que retirara la moto no oficial en la que iba para que los corredores no sufrieran ningún percance, cosa que así hizo. El de uniforme quedó allí y ya no sé que pasó de él pues entré en la plaza de los primeros junto a mi sobrino Alex. Pasamos sin manchar nada, sólo lo imprescindible.

Juan y la ambulancia siguieron por el camino indicado desde el Ayuntamiento.

Terminamos el recorrido sin más contratiempo y fuimos a hidratarnos por dentro en el bar de Modesto con unas cuantas litronas. Éramos cinco o seis. Comentamos las incidencias y esperábamos a la guardia municipal que andaría buscándonos como cabecillas de aquella “rebelión”. No fue así y nos despedimos hasta dentro de un rato en el cuerpo de guardia donde seguramente y uno a uno nos irían llevando, ya lavados, los agentes de la autoridad.

Nada se hizo contra nosotros aquel día, pero otros sufrieron las consecuencias sin haber intervenido para nada en aquella “conjura”. Pero eso ya es otra historia.

Guadix 21 de julio de 2011.

Publicado en la revista "El Cascamorras es de todos" Año 2011