viernes, 24 de febrero de 2012

Habíamos quedado.....





Llevabas años diciéndome “Tati: a ver si vienes a los to­ros sin uniforme, (te referías al de voluntario de Cruz Roja), que te voy a enseñar mi pueblo y vamos a pasarnos los cuatro unas fiestas estupendas”
Este año hemos estado los dos sólos, sin las mujeres, a nuestro aire. Charlamos antes del encierro, me has expli­cado parte del ritual de la fiesta. Me has aconsejado dón­de podía hacer las mejores fotos. Me quitaste de un acto que iban a hacer junto al monumento que hay a la entrada de la plaza. Tú sabes muy bien porqué. Yo no, por que te negaste a decírmelo.
Me quedé donde me indicaste y tú te fuiste a tu sitio, al final de la cuesta para entrar en la plaza. El lugar donde estaba era peligroso para mí, quedaba destapado, como dicen los taurinos, pero me enviaste a una señora que me ofreció un lugar más seguro. Por lo menos había un muro de por medio, aunque me dijeron que en alguna ocasión un toro entró a comerse las macetas. Esperé pacientemente a que fueran las once fotografiando a los que pasaban por allí, unas veces por gusto mío y otras a petición de los retratados. Un poco antes oí la sirena del “coche del mu­nicipal” y que alguien hablaba por megafonía allí donde tú estabas.
Tuve tiempo de medir la luz, elegir la distancia focal más adecuada etc. y tener preparada la cámara para los segun­dos que tardan en pasar los toros.
Minutos después de las once por la antigua carretera ya se adivinaba el bullicio de corredores, toros, caballos y de­más. Enseguida tomé, mi cámara, puse el motor; ya que lo tiene no lo iba a desperdiciar; encuadré, enfoqué y pulsé el disparador en tanto que pasaba el encierro junto a mí.
Después, como sabes, subí hacia la plaza, pero la Guardia Civil me impidió el paso. Dentro no cabía un alfiler más. Pero tú, otra vez tú, me metiste en el meollo de la fiesta, en los mismísimos corrales de la plaza, ¿cómo te apañaste? El ganadero y sus hijos se afanaban por encajonar los toros. Sin saber como, me vi en primera fila tomando fotos inéditas ¿Sabes quién me puso allí

Cuando aquello terminó me llevaste a ver la parte baja de tu pueblo. Me enseñaste la iglesia, que, por supuesto, esta­ba cerrada, y la fotografié desde varios ángulos. Aunque me fijé más en los pequeños detalles. Me llamó la atención el reloj de sol y el relieve de la fachada que no pude fo­tografiar a mi gusto pues las banderolas que engalanaban las calles me lo impedían. Lo dejamos para otro día.
Me guiaste por las calles estrechas que hay en esa zona. En una de aquellas casas que tiene una placa de agradeci­miento de Canal Sur a sus moradores, me contaste que vivía la mujer que, al tú nacer, te recogió en su delan­tal. Lo que ya no me aclaraste, quizás tú tampoco lo se­pas, como quedó lo del delantal, si tu madre le compró a ella uno nuevo o no.
Recorrimos callejuelas pintorescas.
Después nos fuimos charlando hasta donde había dejado el coche, que por cierto, estaba allí porque tú antes me ha­bías enseñado por donde pasar para evitar que un señor con “luengas barbas” me impidiera el paso y me obligara a de­jarlo en la Fuente de la Gitana. ¡Qué exagerado soy!
Seguimos charlando de “nuestras cosas” un buen rato, sen­tados ambos en un banco que por allí había.
Me despedí de ti hasta el día 12 que íbamos a recibir los toros por el camino de la sierra, pero causas de fuerza mayor me impidieron ir. Así que este año, si Dios quiere, iré.
Por cierto, ¡nos quedaba bien ese pañuelo rojo que llevába­mos al cuello al más puro estilo pamplonica! ¿verdad?
Después he estado haciéndote una corta visita. Ese día que tú y yo sabemos.
Cualquier día de estos, armado de mi equipo fotográfico, me voy a tu pueblo y me enseñas otra parte de él.
En eso quedamos. Hasta entonces.

3 comentarios:

  1. Este es el mejor que has escrito,no crees? Yo sí

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  3. Es en el que más empeño he puesto, te confieso que en él expreso todo mi afecto a mi gran amigo. Aunque lo tenía en mente desde octubre de 2011, lo pasé al ordenador de un tirón y está como salió, casi sin corregir. Sólo relato en él lo que iba sintiendo aquella mañana.
    Gracias por tu comentario.

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