lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Qué hacer con nuestros difuntos?






¿Qué hacer con nuestros difuntos?
Tati.
02-XI-2009
Creo que hoy es el mejor día para reflexionar un poco sobre un tema que está causando ya problemas en algunas localidades y es éste ¿qué hacer con nuestros difuntos cuando los cementerios están completos?



Hagamos un poco de historia: Cuando el “homo” aparece sobre la Tierra no tiene ese problema y es que al morir era abandonado por los de su horda y sería devorado por los depredadores y cuando no, servía de alimento a sus propios congéneres en época de escasez o habitualmente como lo demuestran los yacimientos de Atapuerca.
Después, cuando el hombre toma conciencia del más allá y de la vida de ultratumba, empieza a practicar ritos funerarios incinerando el cadáver, enterrándolo en posición fetal en vasijas parecidas a las actuales tinajas del vino, o con la cabeza cortada y puesta en los pies junto a un cervatillo como en Cueva Morín en Santander, o construyendo lo que se creen mausoleos como los dólmenes de Gorafe o la Cueva de Menga en Antequera.
Otras culturas excavaban sepulturas colectivas en la roca a modo de cueva que taponaban con una piedra. Allí depositaban el cadáver hasta el fallecimiento de otro miembro de la tribu, momento en el que arrinconaban los huesos del anterior y colocaban al nuevo en el sitio que ocupaba el primero .
De todos son conocidas las prácticas funerarias de los egipcios, las de los poderosos claro, con sus embalsamamientos (momias) y construcción de hipogeos, mastabas y pirámides.



En la Roma imperial los cristianos eran enterrados en catacumbas, una cosa parecida al cementerio de Belerda, pero con varios centenares de metros. Después se buscó cobijo junto a las iglesias y los que podían se hacían construir su última morada en el interior de los templos lo más cerca al altar mayor que su posición social y económica le permitían. Esto duró hasta el pasado siglo (el XX) en el que se suprimen los últimos cementerios en el interior de la población como es el caso de Beas de Guadix.
Los musulmanes accitanos enterraban a sus muertos en la actual placeta de Osario, en la Bovedilla.
Aquí en nuestra catedral tenemos varias sepulturas, entre ellas la de D. Juan de Dios Ponce. Los huesos de obispos y sacerdotes junto con sus ornamentos y féretros se amontonaban, hasta hace pocos años en que fueron trasladados al cementerio municipal, debajo de la sacristía del Sagrario.



Últimamente se está produciendo una saturación de los cementerios debido a la moda del entierro en nicho. En Guadix el patio 3º de San Fandila ya está completo y yo lo recuerdo sin nichos
Es verdad que se están construyendo nuevos nichos en el patio que hay detrás de la capilla, pero en pocos años seguro que se llenará. En Granada se están planteando ampliar su cementerio.
¿Qué hacer? ¿Agregar más terreno como se hizo en los años cuarenta con el primer patio? ¿Quizás clausurarlo al estar cercanas las edificaciones de los vivos? El tiempo lo dirá.
Pero yo creo que debería empezarse a tomar medidas para que la saturación de los camposantos sea un problema lo más tardío posible. Para ello los ayuntamientos podrían primar e incentivar la reutilización de nichos por otros familiares, al fin y al cabo después de cinco años nos quedamos en un pequeño liote que cabe en una bolsa de la compra del supermercado y eso se puede colocar junto a un ataúd. Así se podrían estar usando durante bastantes generaciones.
Pero nos encontramos con un problema que es el culto a los muertos con miles de años de antigüedad, y algunas mandas testamentarias de no querer compartir la última morada con otro/a y que nuestro nombre perdure allí el mayor tiempo posible y sólo, sin otro que nos haga sombra.
Este es un problema bastante serio que debemos empezar a solucionar ya aunque sea por puro egoísmo y es que aunque no sabemos cuando nos visitará “la Parca” al menos que nos garanticen, además de la pensión, un sitio donde nuestros huesos descansen en paz.
¿Puede ser la incineración parte de la solución?


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