4 de febrero de 2010
Hace unos días que he tenido que cambiar mi teléfono móvil. El motivo ha sido que la batería ya no carga y apenas lo encendía unos minutos me daba el aviso de “recargar batería” y me quedaba “fuera de cobertura”. Me dirijo a un comercio de la localidad para comprar una batería nueva y cual es mi sorpresa cuando me dicen que no hay ya baterías para mi “viejo móvil”, ¡sólo tiene tres años!, que tendrían que pedirme una y en caso de encontrarla no sería la original y que me costaría bastante cara, tanto como un teléfono nuevo.
Si me va a salir lo mismo pues me compro uno nuevo, pensé yo, y será mejor. El comerciante me dice que hay una oferta de la compañía de mi tarjeta de teléfono y me ofrece varios modelos. Al fin me decido y elijo uno. ¡Ya tengo móvil nuevo!
Aquí empiezan mis sufrimientos. Cuando abro la caja me encuentro con un libro de instrucciones que parece un diccionario y encima con una mala traducción al castellano. Me pongo a estudiar el manual y no me entero de casi nada pues las funciones que tiene éste nada tienen que ver con el antiguo, ni los botones están en el mismo sitio. Tiene más funciones que no creo que sean necesarias, la agenda ya está dividida por grupos: amigos, familia, trabajo, etc. Los mensajes para que decir, intento poner una letra y me sale una palabra completa que no es precisamente la que quería escribir, ahora eso sí las melodías más modernas y posibilidad de añadirle más, ¡como si no tuviera ya suficientes! ¡Hasta hace fotos! Total un auténtico lío.
Por si fuera poco me dan otro libro de instrucciones, este de la compañía, con las tarifas nuevas, franjas horarias y demás servicios. Hay que memorizar una serie de códigos que si PIN, que si PUK, con una pila de números y letras, que si “almohadillas” números y asteriscos que no sé maldita la falta que me hacen. ¿Los utilizaré algún día?
Y aquí me tienen con un nuevo móvil con muchas funciones y de las que sólo utilizo la de descolgar, esa ya sí la he aprendido, y la de llamar, marcando el número completo, porque la agenda aún no sé como usarla.
Algunas veces echo de menos aquellos tiempos en los que descolgabas el auricular y una voz amable de mujer te decía aquello de ¿Con quién desea hablar? -Póngame con la tienda tal o con mi amigo o con el Ayuntamiento, y diligentemente te conectaba con quien le habías pedido sin tener que aprenderte tanto número.
Moraleja: ¿No podrían fabricar móviles de manejo más sencillo y sin tantas funciones superfluas? ¿No creen que estamos corriendo demasiado por unos supuestos avances técnicos? ¿No hay leyes que obliguen a las empresas a mantener la fabricación de un modelo sea de teléfono de coche o de cualquier electrodoméstico, o al menos repuestos para él durante un tiempo? Creo que estamos derrochando muchos recursos y energías en el primer mundo y en el Tercer y Cuarto Mundo se están muriendo de hambre mientras nosotros, los supuestamente civilizados, no sabemos que hacer con tanto cacharro que a los tres años se nos ha quedado viejo como mi ¿antiguo? teléfono que está en un cajón esperando para ver si junto más cacharros inservibles y los llevo al punto limpio para reciclarlo y que no contamine, pues he leído por ahí que junto a los ordenadores, ¡esos sí que envejecen rápidamente!, son muy contaminantes.
Jajajaa, muy bueno Torcuato!!!, me siento identificada con lo que dices.
ResponderEliminarAnónimo me ha mandado el siguiente comentario:
ResponderEliminar<>
Lo transcribo porque mi nuevo móvil que creo que es a lo que se refiere Anónimo tiene más funciones que botones el volante del coche de Fernando Alonso y le di a la función que no debía.
Anónimo me ha mandado el siguiente comentario:
ResponderEliminarPues ahora ¿qué me dices del Ferrari nuevo? Ya sabes... para ir a 30.
Lo transcribo porque mi nuevo móvil que creo que es a lo que se refiere Anónimo tiene más funciones que botones el volante del coche de Fernando Alonso y le di a la función que no debía. Disculpa mi enésimo error.